El otoño, la dulce y friolera estación del otoño.
Estás tranquilamente en tu casa, asomado a la ventana viendo los pájaros volando de un lado a otro, sin rumbo, pero con alegría de ser libres.
De repente, oyes algo como a lo lejos, como imitando al eco; pones atención en ello y compruebas que es un pequeño pero asombroso trueno. Empieza a diluviar, cada vez más y más fuerte, haciendo un ruido extraño pero hermoso a su vez.
Los pájaros corren a esconderse a un lugar seguro para protegerse de la lluvia, mientras tú te vas metiendo cuidadosamente para dentro.
Llueve, llueve sin parar, y observas como los árboles se mueven por el silencioso viento, de un lado para otro sin poder parar. Seguidamente, suenan más y más truenos, y aparece algún que otro rayo sin avisar.
Mientras tú, lo contemplabas todo desde la pequeña ventana de tu cuarto, observando lo que pasaba a tu alrededor, simplemente porque era asombroso.
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